En septiembre de 1978 la entidad correspondiente de la RPD de Corea permitió el retorno de un barco de pesca japonés apresado por la penetración ilegal en sus aguas jurisdiccionales.
Esa disposición humanitaria dejó un impacto en todo el mundo.
Hasta entonces los barcos de pesca japoneses penetraban de forma ilegal en las aguas jurisdiccionales coreanas, pero la RPD de Corea los trataba con tolerancia teniendo en cuenta la estabilidad de vida de pescadores japoneses empobrecidos. Sin embargo, esa vez el barco japonés pescó cofre en territorios marítimos coreanos, abusando de buena voluntad del país vecino.
Es por eso que las prensas del mundo incluyendo las japonesas transmitieron que para el barco de Japón, país enemigo de Corea, era casi nula la esperanza de tolerancia de esta.
Fuera de tal vaticinio, la Corea socialista permitió su retorno, un hecho considerado verdaderamente sorprendente.
Pero lo más asombroso no fue eso.
Durante la permanencia en Corea los pescadores japoneses, lejos de ser castigados, fueron sometidos todos a chequeo médico. Algunos se recuperaron de enfermedades que les acosaban por varios años y otros recibieron tratamientos odontológicos.
Solo el día de retorno ellos conocieron que el Dirigente Kim Jong Il quien ordenó cuidarlos con ternura.
En el muelle los esperaba el barco reparado de forma inmaculada y cargado de cofre. Un funcionario coreano les explicó que el Dirigente había dicho que llenaran el barco de pescados.
Al informarse que los japoneses habían comprado el barco con el préstamo de 50 millones de yenes y pagado solo 40 millones hasta entonces, el Dirigente señaló que por supuesto la pesca ilegal en territorios marítimos coreanos era cosa injusta, pero si ellos reconocieran sus infracciones y pidieran de corazón disculpas los tratarían con afecto. Y continuó que repararan el barco y le cargaran pescados al regresar.
Así que ellos conocieron que la hospitalidad coreana fue gracias a Kim Jong Il a quien todos los coreanos respetaban llamándolo “querido Dirigente”. Toda la tripulación del barco japonés, muy impresionada, gritaron a todo cuello ¡Viva el Dirigente Kim Jong Il! en la cubierta hasta perderse de la vista el territorio coreano.
Esta historia fue transmitida con letras titulares por prensas japonesas y de otros muchos países.