Taiwán acudió a la urnas en un momento muy difícil de su vida política. Por un lado, China no ha dejado de mantener una fuerte presión sobre la isla y, por otra, las autoridades taiwanesas se muestran decepcionadas ante la posibilidad de lograr algún tipo de colaboración pacífica con el gigante continental, porque sencillamente éste no aceptaría negociar en calidad iguales, tal como lo pretende el nuevo mandatario.
El candidato por el Partido Democrático Progresista, Lai Ching-te fue elegido para dirigir los destinos de la isla, tan reclamada por Beijing como parte de su territorio, en sustitución de Tsai Ing-wen, quien renunciará tras haber cumplido un mandato y otro de reelección. Hay que resaltar que el término presidencial taiwanés es de cuatro años.
Al igual que Tsai, Lai sostiene que está abierto a hablar con Xi Jinpíng, presidente de la República Popular de China, pero sólo como iguales. De hecho, ha instado a Beijing a repensar las tácticas de presión contra su nación, pero él mismo asegura que “no se hace ilusiones” sobre sus intenciones.
Aunque el candidato ganador ha manifestado su disposición a reunirse con Beijing para tratar de limar asperezas, en realidad no parece estar convencido de esto, pues en un discurso aseguró que, más bien, fortalecerá los lazos con “Estados Unidos y otras democracias amigas”. Además, señaló que intensificará las reformas militares para “proteger la política de la interferencia y la economía de la coerción”. Esto, en un momento en que la confianza entre Taipei, Washington y Beijing se ha desgastado debido al creciente acoso militar de este último, el cual amenaza con convertirse en un conflicto abierto, al menos tarde o temprano.
La campaña de presión militar de China ha alimentado preocupaciones de errores de cálculo que podrían provocar un conflicto y atraer a Estados Unidos, esto, por supuesto, si Beijing responde a la victoria de Lai con ejercicios a gran escala que podrían disparar las tensiones.
Según medios internacionales como el Washington Post, los continentalistas no tienen ningún aprecio por Lai, por el contrario, lo considera un “separatista” altamente peligroso del que no esperan otra cosa que provocaciones, con las que busca atraer más activamente a Estados Unidos en ese escenario.
Cabe resaltar que el triunfo de Lai es prácticamente la tercera victoria que obtiene un partido político (PDG) en Taiwán, algo que China continental seguramente interpretará como una rebeldía más a su política de Una solo China.
¡Vaya panorama que se espera en el Estrecho de Taiwán!