Por la felicidad del pueblo
Kim Jong Il (16 de febrero de 1942-17 de diciembre de 2011) consagró
todo lo suyo a la prosperidad de la patria y felicidad del pueblo.
A mediados de la década de 1990 cuando se decidía el destino del país y
nación en medio de pésimas adversidades, Kim Jong Il, lleno del ferviente
amor a la patria y el pueblo, continuó viajes de trabajo en aras de la felicidad
del pueblo.
Las huellas de su dirección impregnadas en todos los lugares del país,
entre ellos fábricas, aldeas rurales e islas solitarias, transmiten la abnegación
y esfuerzos incansables del gran Dirigente quien dedicó todo lo suyo al
bienestar del pueblo considerándolo como el cielo.
Kim Jong Il tomó la demanda y opinión del pueblo como pauta absoluta
en la elaboración de políticas y en todas las labores, por muy pequeña que
sea, anteponía el gusto y la comodidad de la población.
Para ofrecerle al pueblo una vida feliz Kim Jong Il no interrumpió el
camino de dirección aun en medio del calor sofocante y el frío glacial,
resultado por lo cual en todas las partes del país se levantaron modernas
fábricas de industria ligera, bases ganaderas, piscifactorías, granjas
furtícolas y viviendas, y aun en el período de la Marcha Penosa de tantas
dificultades se mantuvieron vigentes las políticas populares del Partido y el
Estado.
Con el ferviente amor al pueblo acumuló méritos inmortales ante la patria
y el pueblo y falleció en un camino de dirección sobre el terreno. El gran
Dirigente, compañero Kim Jong Il está y estará para siempre en el corazón
de los coreanos.
Hoy, bajo la dirección del compañero Kim Jong Un, el pueblo coreano
abre una nueva era de desarrollo integral de la construcción socialista, con
una añoranza indescriptible a Kim Jong Il quien les preparó una sólida base
para la construcción de un Estado poderoso socialista.