El amor que profesa el Secretario General Kim Jong Un hacia el pueblo no conoce el límite.
12 horas y 19 llamadas por teléfono
A fines de agosto de 2020, la Península Coreana estaba bajo la influencia directa del ciclón No.8. El huracán formado en el mar a unos 200 kilómetros del sureste de Taiwan se acercaba, con rumbo al norte, a las zonas costeras de la provincial de Hwanghae del Sur.
A las 2 de la madrugada de un día de aquel tiempo Kim Jong Un llamó por teléfono a un alto funcionario de la provincia arriba mencionada. Una vez infomada de la situación meteorológica de la localidad, le dijo que el ciclón aun está fuera de 200 kilómetros y le avisó últimos datos sobre él recién recibidos de la entidad correspondiente.
Ya en la XVII reunión ampliada del Buró Político del Partido del Trabajo de Corea y la quinta sesión del Consejo Ejecutivo del CC del PTC efectuadas el 25 de agosto, el Secretario General tomó medidas estatales de emergencia destinadas a encarar el ciclón. Dio instrucciones detalladas para prevenir la pérdida humana y reducir al máximo los daños en los cultivos agrícolas. Pero, ese día telefoneó directamente al alto funcionario de la provincia para enfatizar que tomara medidas pertinentes observando bien el movimiento del ciclón.
La llamada iniciada a primeras horas de la madrugada se frecuentó hasta a las horas después del mediodía.
Dicen que aquel día, en menos de 12 horas, el Mandatario coreano telefoneó 12 veces con el alto funcionario de la provincia y 7 veces con los del comité distrital del Partido de la misma provincia.
Tres mazorcas de maíz
Un día otoñal de cierto año, el Secretario General Kim Jong Un recibió tres mazorcas de maíz que los funcionarios trajeron para mostrarle la rica cosecha de una granja. Al ver las mazorcas gruesas como palo con granos bien madurados, el Mandatario dijo qué bueno sería si el estado de cosecha de todo el país fuera igual que aquella granja y enfatizó que debían prestar mayor fuerza a obtener rica cosecha, cueste lo que cueste.
En seguida, les preguntó si pagaron el precio de aquellas mazorcas. Nadie abrió la boca, pues los trajeron solo con el permiso de los campesinos sin pensar en el precio de ellas.
Muy afligido, Kim Jong Un dijo que el permiso no es problema y continuó que cada mazorca, por muy insignificante que sea, era bienes del pueblo.
Son palabras de gran significación de que en todo caso nunca debían causar daño al pueblo, por muy inapreciable que sea.
Gracias a tal concepción del Secretario General sobre el pueblo, en la RPD de Corea se elaboran y se aplican sucesivamente las políticas para el bienestar de la población.